"Me hacía leer las lápidas y fijarme en las fechas. Luego me estrujaba el cuello y decía cosas raras:
-¡Mira! <<En memoria de mi querida esposa, Matilde Morales Pérez, 1847-1901...>> Míralo bien... Todos están muertos, todos menos tú y yo... No lo olvides nunca, no te olvides jamás de que estás viviendo. Entre el mar de tinieblas del tiempo que fue y el interminable mar del tiempo que vendrás, tú estás viviendo ahora, justo ahora, una chispa de luz y de casualidad entre la nada. Un privilegio. La verdad es que no sé por qué viven los idiotas. Y los miserables. Por qué tanto derroche de vida con la gente. Con todas esas personas que ni siquiera saben que están vivos. Cuando yo podría hacer tan buen uso de todos esos años que otros malgastan. No es racional, no es justo ni económico. Si hay alguien ahí arriba, lo ha hecho todo muy mal."
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