Y le miró. Seguía sin entender nada, nunca había sabido comprenderle muy bien. Era como si él hubiese puesto una barrera, en realidad, ambos la habían puesto pero era más fácil culparle y así poder tener la consciencia limpia.Y siempre se decía que no, se convencía de que no. Pero el autoengaño servía durante un rato pero ¿después? ¿qué había después? Incertidumbre, indecisión e incluso tristeza. Una mezcla de sentimientos de los que ni ella misma era consciente. Y lo peor es que no podía hacer nada. Esperar. Ya se sabe que el tiempo todo lo cura. Pero el tiempo pasaba y no pasaba nada. Los sentimientos que él provocaba en sus sistema nervioso seguían tan vivos como aquel día en que echo a perder lo poco que había conseguido en nueve meses.
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