28 sept 2012


Porque le has tenido tan cerca que podías oír su respiración. Inconscientemente te ha dado infinitas oportunidades para decirle todo aquello que jamás pensaste que le querrías decir, te ha propuesto compartir a su lado esos minutos que nunca hubieses imaginado que desearías recordar con él, y tú, como mema de campeonato que eres, has desperdiciado todo eso, lo has cogido y lo has lanzado al vacío. Has dado por hecho que las oportunidades así son algo que aparecen con frecuencia, algo de todos los días, cuando bien en el fondo ya tenías aprendido de antes que sucede justo al contrario. Sabes de sobra que momentos así hay uno, o a lo sumo, dos ¿acaso creías que de verdad tú ibas a ser la afortunada que iba a tener una segunda oportunidad?
Y ahora sientes que darías todo lo que tienes por tan solo volver a tener la oportunidad de tenerlo cerca otra vez, de un pequeño minuto de todos esos, para no desaprovecharlo. Pero ¡enhorabuena! ahora es tarde. La nostalgia y el karma han llegado, a traición, en el minuto exacto, agarrados de la mano, para volver a recordarte la puta lección que parece que no te da la gana aprender.

25 sept 2012

románticismo

"Los jóvenes de nuestra época flipamos con películas como la Nouvelle Vague, admiramos que nuestros abuelos hayan pasado toda la vida juntos sin estar con nadie más y se nos cae el moquillo cuando vemos el beso de Iker y Sara Carbonero. Pero en el momento de la verdad la locura por amor más grande que nos atrevemos a hacer, es enviar la "solicitud de amistad". Somos románticos que no creen en el amor. 
Y como no creemos en él, no dejamos que pase."

21 sept 2012


Dear eyelashes, wishbones, dandelions, pennies, shooting stars, 11:11, and birthday candles, DO YOUR JOB!!!!!

19 sept 2012



"Life is about getting up out of your chair and doing something. It is about doing nothing. Making a mess. Moving your hand and your body. Leaving a mark. It is about doing. Action. Finishing. Experimenting. Trying something. Immersing. It is about absurdity. A creation. Evidence that you exist. Using materials. Destruction. It is about fun. Doing the opposite. Breaking the rules. It is about ideas. Getting dirty. Making mistakes. I'm going to ask you to make a mark. And it's going to be messy. Don't worry about that. That's the point."

17 sept 2012


Llevo algún tiempo sintiendo que quiero ser abogada, anoche más que nunca. Pero hoy ha sido mi primer día en Publicidad y RRPP y me he dado cuenta de que ese es mi sitio. Siempre he creído que si hay que trabajar, por lo menos que sea de algo de lo que jamás de te quieras jubilar. Y si llego a trabajar en esto no me querré jubilar jamás, estoy segura. 








14 sept 2012

¡¡¡JUGUEMOS UN RATO A NO PENSAR!!!




¡¡¿¿Qué mejor forma de pasar el último fin de semana del verano antes de empezar mi deseada rutina universitaria que con las fiestas de mi pueblo??!! 

13 sept 2012



"(...) Debo seguir estudiando, para no ser ignorante, para progresar, para ser periodista, porque eso es lo que quiero ser. Me consta que sé escribir. Algunos cuen­tos son buenos; mis descripciones de la Casa de atrás, humorísti­cas; muchas partes del diario son expresivas, pero... aún está por ver si de verdad tengo talento. Yo misma soy mi mejor crítico, y el más duro. Yo misma sé lo que está bien escrito, y lo que no. Quienes no escriben no saben lo bonito que es escribir. 
Antes siempre me lamentaba por no saber dibujar, pero ahora estoy más que contenta de que al menos sé es­cribir. Y si llego a no tener talento para escribir en los periódicos o para escribir libros, pues bien, siempre me queda la opción de escribir para mí misma. Pero quiero progresar; no puedo imagi­narme que tuviera que vivir como mamá, la señora Van Daan y to­das esas mujeres que hacen sus tareas y que más tarde todo el mundo olvidará. Aparte de un marido e hijos, necesito otra cosa a la que dedicarme. No quiero haber vivido para nada, como la mayoría de las personas. Quiero ser de utilidad y alegría para los que viven a mi alrededor, aun sin conocerme. ¡Quiero seguir vi­viendo, aun después de muerta! Y por eso le agradezco tanto a Dios que me haya dado desde que nací la oportunidad de ins­truirme y de escribir, o sea, de expresar todo lo que llevo dentro de mí. 
Cuando escribo se me pasa todo, mis penas desaparecen, mi va­lentía revive. Pero entonces surge la gran pregunta: ¿podré escri­bir algo grande algún día? ¿Llegaré algún día a ser periodista y es­critora? ¡Espero que sí, ay, pero tanto que sí! Porque al escribir puedo plasmarlo todo: mis ideas, mis ideales y mis fantasías."

12 sept 2012

De ahora en adelante siempre siempre siempre que recuerde mi verano 2012, de entre muchos otros buenos (buenísimos) recuerdos, tendré presente mi querida serie/drama juvenil The OC. 
PD: No sé por qué, después de tantos años, la Real Academia Española de la lengua no ha aceptado el término Seth Cohen como sinónimo de perfección. 

11 sept 2012



<<Me disculpé como un loco porque la orquesta empezaba a tocar una pieza rápida. Empezó a bailar el jitterburg conmigo, pero tranquilo y suavecito, no hortera. Lo hacía estupendamente. No tenías más que tocarla, Y cuando se daba la vuelta movía el trasero a saltitos de una manera muy graciosa. Me volvía loco. De verdad. Para cuando nos sentamos ya estaba medio loco por ella. Eso es lo que tienen las chicas. En cuanto hacen algo gracioso, aunque de aspecto no sean gran cosa y aunque sean un poco tontas, acabas enamorándote de ellas y entonces ya no sabes dónde demonios estás. Las chicas. Dios santo. Pueden volverte loco. De verdad.>>

9 sept 2012



¿Sabes qué es lo bueno del dolor? Que si lo sientes es que estás vivo. Y yo, aunque ahora mismo esté a punto de llorar al escuchar canciones ñoñas, estoy super contenta de estar triste. Estoy viva, joder. ¡¡¡Jodidamente viva!!!

6 sept 2012




<<Podemos llamarla moral, ética, creencias o principios. No se trata de entrar en una discusión de tipo semántico, pero el caso es que todos vivimos nuestras vidas de acuerdo con una serie de reglas que difieren inevitablemente de unos a otros.
En el a menudo antiético mundo de la publicidad, ¿qué trabajo es más creativo, el de aquel que deja la moral en la puerta cada vez que entra en una agencia o el de aquel que permite que sus valores contaminen lo que está haciendo? En ocasiones, la industria publicitaria es tan cruel que puede poner al límite la moral de los que trabajan para ella. Los que ponen por primera vez pie en el universo de la publicidad lo hacen la mayor parte de las veces para descubrir que en este mundillo no es todo tan glamouroso como parece. Es cierto que hay creativos trabajando en grandes cuentas para grandes clientes, por a los “novatos” les toca quedarse con los “desperdicios”, explica Felix Unger en The Denver Egotist. Entonces, de repente un día el “novato” deja de serlo y el director creativo de la agencia le da la oportunidad de trabajar en una gran cuenta, con un pequeño inconveniente, eso sí. El “aprendiz” está totalmente en contra del tabaco y la cuenta pertenece a una marca de cigarrillos, que para mayor escarnio quiere conquistar a los consumidores de un país muy pobre. ¿Qué hace entonces el publicitario en ciernes? ¿Hace caso a su moral y declina una oferta que es a todas luces una buena oportunidad para escalar posiciones en la agencia? ¿O acepta un trabajo que muy probablemente contribuirá a que personas pobres que no pueden permitírselo compren un producto perjudicial para la salud? Casi con toda seguridad, el publicitario se decanta por la segunda de las opciones y no sólo eso, sino que obtiene un éxito arrollador con el trabajo.
Gracias a este primer éxito, el aspirante a publicitario se gana un puesto dentro de la agencia y pronto gana un ascenso. Y lo consigue a base de pisotear una y otra vez sus principios morales. Su trabajo es hacer feliz al cliente y nada más. En sus reuniones con el cliente, no hay sillón para la ética. Sin embargo, renunciar a la moral no significa renunciar al arrepentimiento. El publicitario sabe que, con algunas de sus campañas, estafó a miles de consumidores, todo fue legal, pero es consciente de que cruzó una línea que quizás no debería haber cruzado. Ese publicitario que comenzó siendo “novato” y ahora está curtido en el negocio de la publicidad se pregunta si es el único que ha renunciado completamente a su moral para hacer (y también mantener) su trabajo. Se pregunta si un publicitario vegetariano podría hacer anuncios para una cadena de hamburgueserías, si un ex alcohólico vendería bebidas alcohólicas o si un pacifista haría publicidad en favor de las Fuerzas Armadas. Y el creativo llega a la que conclusión de que, muy probablemente, lo harían.
En el pasado, cuando conseguir un trabajo era relativamente fácil en la industria publicitaria, era más fácil para los creativos hacer caso a su moral. Era posible rechazar cuentas e incluso poner objeciones a las ideas de los clientes. El panorama es bien distinto hoy en día, cuando la industria publicitaria es tan frágil que no sólo es complicado encontrar empleo, sino también mantener el puesto.
A nadie le gusta hacer cosas que van contra su moral pero tampoco no tener dinero para pagar sus facturas. Aun así, aunque aparentemente invisible, hay una línea entre lo moralmente aceptable y lo inaceptable. La cuestión es si los publicitarios pueden reservarse o no el derecho de no cruzarla.>>

“Cada día me miro en el espejo y me pregunto: “Si hoy fuese el último día de mi vida, ¿querría hacer lo que voy a hacer hoy?”. Si la respuesta es “no” durante demasiados días seguidos, sé que necesito cambiar algo”

4 sept 2012

Esta tarde estaba realmente enfadada porque me tocaba ir al supermercado, que casualmente inauguraban hoy, y que está mucho más lejos de mi casa de lo que ya estaba. Cuando digo realmente enfadada no es un simple e infantil berrinche, era un enfado enorme. Estaba tan sumamente enfadada que la gente debería haber dado las gracias de que no tenga escopetas. Pero como no tenía opción a réplica decidí callarme e ir a ese super super lejos con auriculares para que la música me ayudase a evadirme de la mierda que me rodeaba. Después de caminar esas 5 calles con mi particular cara de enfado/culo/matanza y comprar algunos productos todo cambió. Si mi vida fuese un cómic ese momento se hubiese representado con una bombilla encima de mi cabeza. La realidad me golpeó en toda la cara para quitarme todo el enfado y rencor que tenía acumulado y ayudarme a darme cuenta de la suerte que tengo. Suerte por el mero hecho de poder ir a hacer una simple compra. Suerte por tener algo que llevarme a la boca cuando hay un gran porcentaje de la población mundial  (y de la española, no nos engañemos) que no come más que una vez al día, y a veces ni eso.
¡Qué egoístas somos! Nos pasamos la vida quejándonos por mil cosas que en realidad no tienen la más mínima importancia cuando al mismo tiempo pero en otro país otro joven de nuestra misma edad tiene hambre. Por ejemplo, esta tarde empecé a ponerme de los nervios porque el ordenador y la blackberry no funcionaban a su máxima velocidad. Y por qué no mencionar el día que iba a comprarme un collar y dos vestidos y al final no pude porque teníamos que irnos del centro comercial urgentemente. Todos estos berrinches que tengo se quedan en eso, berrinches infantiles al pensar que un chaval de mi edad no haya tenido, ni tendrá, una blackberry o un ordenador con acceso a Internet. Qué suerte. Qué suerte he tenido de ir a un colegio y pasarme tardes enteras delante de un libro o unos apuntes aprendiendo páginas y páginas de conocimientos que no me interesaban demasiado. Qué suerte tengo al poder ir a la Universidad y estudiar lo que más me gusta en el mundo. Pero sobre todo creo que tengo suerte al darme cuenta de lo injusto que es el hecho de que no valoremos lo suficiente las oportunidades que se nos ofrecen. A veces los tercermundistas somos nosotros, pero por nuestra pobreza de cabeza y corazón.

2 sept 2012



<<Una de las informaciones más deprimentes que he leído en los últimos meses es la reseña del libro Después del Reich, crimen y castigo en la posguerra alemana, del historiador británico Giles MacDonogh (Galaxia Gutenberg), que se presentó hace un par de semanas en Barcelona. Aún no he leído la obra, pero los datos que ofrece son escalofriantes. Por primera vez después de la Segunda Guerra Mundial, alguien se ha preocupado de estudiar de manera concienzuda y rigurosa la represión ejercida por los aliados contra los alemanes. Los vencedores arrasaron, asesinaron, trituraron. Los vencidos fueron internados en campos de concentración atroces, fueron humillados, deportados y sometidos a suplicios bestiales. Por ejemplo, en Praga colgaron a los alemanes en fila de las farolas de la ciudad y los quemaron vivos, como antorchas humanas. Los aliados fusilaron en masa a niños y mujeres y torturaron a los presos de manera sistemática. Más de tres millones de alemanes murieron después de que se acabara oficialmente la guerra; dieciséis millones y medio de civiles fueron expulsados de sus hogares, y en 1946 nacieron al menos 200.000 niños frutos de violaciones. El horror, como diría Kurtz, el protagonista de El corazón de las tinieblas conradiano. El horror de la vida en su más pura representación, en su más negra sustancia.
Y lo más desalentador es que sobre todo ello ha caído el espeso manto del silencio. Han tenido que transcurrir 65 años para que estas atrocidades hayan empezado a emerger. Para que se hayan hecho públicas. Para que existan. Nuestras sociedades democráticas, tan supuestamente transparentes en el terreno informativo, han ignorado década tras década y generación tras generación estas barbaridades. Y luego nos asombra que los alemanes del Tercer Reich alegaran que desconocían la existencia de las cámaras de gas. Eso es imposible, nos decimos aún hoy despectivamente. Pero, ya ven, es fácil cerrar los ojos ante el sufrimiento de millones. Basta con despojar a esos millones de su condición humana. Peor que las atrocidades cometidas contra los vencidos, peor que esos hombres achicharrados vivos que danzaron con espasmos agónicos en las farolas de Praga, son nuestras ganas de no ver y no saber. Me pregunto a cuántas cosas terribles les estaremos dando la espalda en estos momentos. Cuántas verdades brutales estamos prefiriendo no conocer. Esto es para mí la esencia del Mal.
De manera que el Mal existe, sí. De eso no cabe, por desgracia, la más pequeña duda. Pero también, por fortuna, existe el Bien. En la misma semana que se puso a la venta el libro de MacDonogh se publicó en España otra obra, Ahora, de Morris Gleitzman (Ed. Kailas), que cuenta la historia de Janusz Korczak, un médico polaco que fundó un orfanato en 1936 en el gueto de Varsovia. De allí salió el 5 de agosto de 1942, junto con 200 niños judíos, camino de la muerte. Iban de la mano, tranquilos, sin llorar, amparados por la poderosa presencia del doctor. Al llegar al campo de concentración, un oficial de las SS ofreció al médico la posibilidad de salvarse. Korczak se negó y entró con sus niños en las cámaras de gas.
Hay bastantes historias de heroísmo de este tipo. Historias de bondad, de entrega y sacrificio. Por ejemplo, para no abandonar el ámbito de la Segunda Guerra podemos citar el caso de la también polaca Irena Sendler, que murió en 2008 a los 98 años de edad. Irena, que era enfermera, trabajó en el gueto de Varsovia y consiguió salvar a 2.500 niños judíos, a los que sacó con papeles falsos o escondidos dentro de sacos de patatas. Detenida por la Gestapo, fue salvajemente torturada, pero no dio ni un solo nombre de sus colaboradores ni el lugar en donde los niños se escondían. La red quedó intacta y ella fue condenada a muerte, pero un soldado alemán al que la Resistencia había sobornado la ayudó a escapar cuando la llevaban a ejecutar. Irena Sendler, Janusz Korczak… Me encanta repetir sus nombres, mirar sus viejas fotografías, rendirles un pequeño homenaje en mi memoria. Su valiente generosidad mitiga el Mal. Gracias a ellos, y a tantos como ellos, muchas veces totalmente anónimos e ignorados, el mundo, pese a todo, puede ser habitable.>>


september inspiration









1 sept 2012

Al despertar, recorrer mi casa y ver a mi familia siento una enorme alegría. Alegría por despertarme un día más. Alegría por saber que ellas siguen ahí. Alegría por todo. Soy afortunada, muy afortunada, lo único que no podemos elegir es la familia y yo tengo una maravillosa. Si Dios existiera creería que es cosa suya.
(...) A veces siento que si suelto una carcajada más romperé los índices de felicidad, pero no lo puedo evitar y la suelto. Y los índices de felicidad se ven desbordados porque no pueden contabilizar mi regocijo.
Hoy es el primer día de septiembre y lo único que he oído son quejas porque el verano está llegando a su fin. ¡Ignorantes de la vida! Yo doy gracias, aunque no sé bien a quién o qué, por poder disfrutar de un día, una semana, un mes, un año más de vida. Por eso cada mañana al abrirse mis ojos color Coca cola sólo se me ocurre sonreír por ser tan jodidamente afortunada. Afortunada por todo. Afortunada por ser consiente de mi superioridad frente a esa gran masa de gente gris y calcada que sólo ve la escuela como una especie de cárcel, que escucha música por el mero hecho de que la escuchan los demás y que no tiene más pensamiento que irse a una fiesta con música electrónica a tomar sustancias inútiles e ilegales Afortunada por poder expresar con toda la claridad posible en mis escritos cuán dichosa soy. Afortunada por ser yo, Mailén Castro Molina, una post-adolescente charlatana, borde, fría, alegre y soñadora. Afortunada por tener personas que se preocupan diariamente por mí. Afortunada por tener mil historias y anécdotas que poder contar en un futuro. Afortunada por tener la estúpida creencia de que seré "forever young". Por eso, con estas simples palabras me gustaría decir a todas a esas personas que han compartido aunque sea diez minutos de mi maravillosa vida que deseo que todos, todos, todos, todos seáis u os sintáis tan sumamente afortunados, felices y merecedores de todo lo que tenéis como me siento yo.